lunes, 24 de octubre de 2011

RECONQUISTA BRASIL LA AMAZONIA

Brasil reconquista sus fronteras amazónicas
Infolatam
Madrid, 10 octubre 2011
Por LUIS ESTEBAN G. MANRIQUE

(Especial para InfoLatam).- Desde la península de Yucatán a la Patagonia se encuentra la mayor extensión de bosques del planeta: 9,5 millones de kilómetros cuadrados, el 27% del total mundial. Desde 1980 su extensión se ha reducido en un 25% y sigue haciéndolo a una tasa del 1% anual como resultado del avance de la frontera agrícola, la tala ilegal, el narcotráfico, la construcción de caminos, la minería, la explotación de hidrocarburos y la colonización.
Ocho países -Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Venezuela y Surinam- comparten el grueso de ese inmensa reserva de biodiversidad, asentada sobre la mayor cuenca hidrológica del mundo: más de siete millones de kilómetros cuadrados que contienen más de la mitad de los bosques tropicales que subsisten en el mundo, cubriendo 4,9 millones de kilómetros cuadrados, una superficie mayor que India, Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka juntas.
El Amazonas descarga el 20% del agua de todos los ríos que fluyen a los océanos del mundo, un volumen mayor que el de los ocho ríos siguientes: cuatro veces más que el caudal del río Congo, 10 veces el del Mississipi y 60 veces el del Nilo. El Instituto de Investigación del Amazonas (INPA), calcula que si todos sus bosques amazónicos desaparecieran, se liberarían a la atmósfera 77.000 millones de toneladas de carbono. Otras especies vegetales, como los pastos para el ganado, apenas secuestran un 7% de esa cantidad de gases.
Sin embargo, pocas zonas del mundo están menos protegidas de la depredación medioambiental y de la violencia que proliferan en zonas remotas debido a la ausencia de autoridades públicas. En algunas zonas amazónicas brasileñas, la tasa de homicidios es seis veces mayor que la de Río de Janeiro.
En Brasil, hasta el 80% de la extracción maderera en Brasil puede ser ilegal. Desde los años sesenta, ha desaparecido un 17% de la floresta amazónica brasileña, aunque después de haber alcanzado un pico de 27.000 kilómetros cuadrados en 2007, la deforestación cayó a 6.500 kms2 el año pasado.
Por cada árbol de caoba que se tala, por ejemplo, mueren otros 27 árboles por la destrucción que provoca la caída de los gigantes arbóreos, el ingreso de los tractores que se llevan los troncos y el laberinto de senderos construidos para llegar a las carreteras, lo que erosiona los suelos, abre el camino a los colonos y libera gases a la atmósfera.
Brasil, que tiene fronteras con todos los países suramericanos, excepto Chile y Ecuador, ha asumido un rol de primera línea en la contención de esas amenazas.
El crimen organizado se ha convertido en los últimos años en una de las mayores amenazas a los ecosistemas amazónicos. Según el Foro Ecológico Peruano, para sembrar una hectárea de coca, la mayor parte de la cual se dedica a elaborar cocaína, se deforestan cuatro de bosque y estima que por esa razón la deforestación en ese país en los últimos 10 años ha alcanzado las 2,5 millones de hectáreas. Y cada año esa cifra aumenta entre 200.000 y 300.000 hectáreas.
En la selva baja, la fertilidad en suelo deforestado no llega a durar dos años porque al permanecer descubierto, es erosionado rápidamente por las lluvias. El cultivo de coca es ideal en climas moderados con suelos ricos en humus, pero también es resistente en suelos pobres. Pero no es cierto que el arbusto sea semisilvestre porque necesita un importante apoyo agroquímico.
Las hectáreas de coca suelen ser de monocultivo y por ello sufren de gran cantidad de plagas. Para protegerlas de la maleza invasora, los cocaleros utilizan herbicidas y fertilizantes artificiales para combatir la pobreza de nutrientes del suelo. Todas esas sustancias llegan al suelo y ríos envenenado los recursos hidrobiológicos en medidas aún desconocidas.
El tercer factor contaminante son las pozas de maceración de la pasta básica de cocaína, un verdadero vertedero de químicos como el ácido sulfúrico que se arrojan en los ríos y el suelo. Para transformar media hectárea de coca en clorhidrato de cocaína, se necesita aproximadamente una tonelada de insumos químicos, entre ellos azufre, acetona y ácido clorhídrico.
Brasil, que tiene fronteras con todos los países suramericanos, excepto Chile y Ecuador, ha asumido un rol de primera línea en la contención de esas amenazas. Durante la mayor parte del siglo XX, Brasil ni siquiera tuvo una política de integración con sus vecinos porque los gobiernos militares y los sectores más conservadores percibían enemigos en todas sus fronteras. Las carreteras, en su visión, no eran medios para aumentar el comercio sino para hacer más accesible su territorio a potenciales enemigos.
Esa actitud displicente terminó en septiembre de 2005, con la reunión en Manaos de los ministros de Asuntos Exteriores de los países amazónicos para fundar la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica y firmar un plan estratégico que hiciera compatibles la preservación de los recursos naturales y la biodiversidad y el desarrollo económico de la región.
Ahora, tras ser nombrado ministro de Defensa por la presidente Dilma Rousseff, Amorim ha ido un paso más allá
El canciller brasileño, Celso Amorim, subrayó la necesidad de defender la soberanía de los Estados amazónicos, reiterando a los países vecinos la oferta de compartir con ellos los datos obtenidos por sus sistemas de vigilancia por satélite del Amazonas (Sivam y Sipam), que detectan actividades depredadoras de madereros y narcotraficantes e infiltraciones de guerrillas.
Ahora, tras ser nombrado ministro de Defensa por la presidente Dilma Rousseff, Amorim ha ido un paso más allá, proponiendo en una conferencia en Buenos Aires sobre la política de defensa de Brasil y su visión regional que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) diseñe una estrategia de “disuasión” para proteger sus riquezas naturales de amenazas exteriores.
Luego de enumerar las riquezas suramericanas en biodiversidad, alimentos y agua dulce, Amorim advirtió en la Escuela Nacional de Defensa argentina que se debe evitar que la “actitud pacífica” de los países suramericanos sea interpretada como “indefensión”, insistiendo que no es “posible ni prudente” subestimar los riesgos que afrontará la región en las próximas décadas.
Además de estar fabricando un submarino nuclear para proteger sus yacimientos petroleros off-shore, Brasil ha propuesto la creación de una agencia espacial suramericana con el fin de desarrollar tecnologías de satélites, vitales para la vigilancia de la Amazonía. La compañía brasileña Embraer, el cuarto mayor grande fabricante de aviones del mundo, anunció el pasado 8 de septiembre un acuerdo con la israelí Elbit Systems para desarrollar y producir en el país aviones no tripulados (Vant) que ya tienen un papel destacado en el control de las fronteras amazónicas.
Brasil está negociando con sus vecinos la creación de un “espacio común libre de conflictos”, el objetivo central de su nuevo Plano Estratégico de Fronteiras, hecho público el pasado junio para coordinar los esfuerzos regionales de contención del tráfico transfronterizo de armas, drogas y personas. En julio, Brasilia comenzó a negociar con Bogotá un plan de seguridad de su frontera común, amplió el existente con Paraguay y lanzó operaciones policiales conjuntas con Bolivia, Perú y Paraguay, en cumplimiento de sus recientes acuerdos de defensa con esos países.
Con Colombia, país con el que comparte 1.645 kilómetros de frontera, Brasil quiere construir una “frontera reforzada” que permita la integración social y económica de las poblaciones limítrofes e impida, al mismo tiempo, que las guerrillas de las FARC y los grupos dedicados a la tala y a la minería ilegales y al narcotráfico crucen la frontera para escapar de la persecución de las fuerzas de seguridad.
En Paraguay, en julio la policía federal brasileña colaboró con la agencia antinarcóticos paraguaya en la erradicación de 31 hectáreas de plantaciones de marihuana en los departamentos de Amamabay, Canindeyú y Concepción, fronterizos con el estado de Mato Grosso do Sul. Según el ministro de Justicia brasileño, José Eduardo Cardozo, solo en julio las operaciones policiales conjuntas con los países vecinos condujeron a la confiscación de media tonelada de cocaína y 10,5 toneladas de cannabis, 233 veces y 64%, respectivamente, que el mismo mes de 2010.
También en julio, la agencia antidrogas peruana, Didandro, lanzó una operación conjunta con la policía brasileña para localizar y destruir plantaciones y laboratorios de cocaína a lo largo del río Amazonas y sus tributarios en Caballococha, una zona fronteriza con Brasil en el departamento de Loreto. La Dinandro aportó 300 efectivos apoyados por helicópteros y lanchas rápidas mientras que la policía brasileña estableció un cordón de seguridad para evitar que los traficantes huyeran hacia Leticia en Colombia o Tabatinga en Brasil.
Se trató de la primera operación conjunta fruto del acuerdo de cooperación firmado el año pasado entre Lima y Brasilia. La UNODC ha registrado un aumento del 20% de cultivos clandestinos de coca desde 2009 en la zona del bajo Amazonas, donde operan bandas peruanas, colombianas y brasileñas. Desde agosto, además, los Vant brasileños sobrevuelan los espacios aéreos de las zonas fronterizas de Perú y Bolivia con Brasil y el de la triple frontera entre Bolivia, Brasil y Paraguay para detectar vuelos sospechosos.
Enviado por Roque Pedache

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